Miguel quiere ser músico, como el famoso intérprete Ernesto de la Cruz, a pesar de que en su familia la música está prohibida por alguna razón que el niño no comprende y que nadie se atreve a cuestionar, y mientras todos están ocupados con la ofrenda de muertos, el chico decide salir a perseguir su sueño. Así es como, cual héroe épico, hace un largo viaje de crecimiento y transformación, pero este se lleva a cabo, ni más ni menos, que en el animado y alegre mundo de los muertos. La acostumbrada algarabía del pueblo mexicano se mantiene con vida hasta después de la muerte, y el pequeño protagonista debe encontrar a su tatarabuelo, el famoso cantante, para que le otorgue la bendición de ser músico, aún cuando sea en contra de la prohibición familiar